| Los políticos ya están ejerciendo libremente y sin ningún disimulo su derecho de pernada, o lo que es lo mismo, el pasarse por el forro la voluntad de los votantes y buscarse su propia conveniencia con matrimonios políticos de lo más extraño y sin ninguna garantía de continuidad. Si las elecciones, con su precampaña, se convirtieron en el circo de la democracia, los movimientos postelectorales son el reflejo crudo y duro de que el espíritu democrático ha muerto. La secta política, después de su fatigosa precampaña y de celebrar con los “suyos” el éxito, o el fracaso, en las elecciones, se retira de nuevo a su “mundo”, a su particular “paraíso”, para cocinar su futuro durante los próximos cuatro años, el suyo, el que a ellos les conviene, interesa o consideran acertado, pero todo ello sin contar con la voluntad de los votantes, de los que les auparon a sus poltronas, de los que les garantizaron al menos cuatro años más de chupar la teta del erario público, o sea, de lo que pertenece a los que votaron y a los que no lo hicieron, pero que curran y pagan religiosamente sus impuestos. ¿Es ético, es permisible, es democrático el comportamiento de IU apoyando al PP en los ayuntamientos? ¿Es digno, es coherente, lógico, propio de una democracia, la actitud en Asturias del Foro, del PP, del PSOE, de IU, a los que sólo les importan sus intereses partidistas por encima de lo que Asturias necesita con urgencia? Además, tienen el morro, la desfachatez, de justificar sus comportamientos alegando que es lo mejor para Asturias. ¿Por qué no preguntan a sus votantes qué piensan de ellos? ¿Qué valor tiene el voto personal? ¿Para qué votamos? Los políticos, avalados por los votos de los que todavía creen en ellos o no quieren perder la esperanza, han degradado la democracia hasta niveles impensables, y la justicia, los responsables de velar por las leyes, han contribuido a ello permitiendo que los partidos apoyen a los corruptos, tapen a los corruptos, protejan a los corruptos. La verdadera democracia ha muerto, y la hemos matado entre todos. Unos, los políticos, por confundir la responsabilidad de servir al pueblo con el negocio, la usura, y una forma más de hacerse ricos y manejar poder. Otros, la justicia, por dejarse atrapar por los partidos y degradar su neutralidad convirtiéndose en el aval seguro para los mafiosos que operan con carné de diputados o presidentes de autonomías. Y los votantes, ciegos, serviles, condescendientes, que dan cada cuatro años un cheque en blanco a unos descerebrados que hacen lo que quieren con nuestras vidas, nuestro futuro y el de nuestros hijos. La suma de todo ello es el engendro que tenemos, la mentira tan asquerosa que hemos creado, la desigualdad, la injusticia y un caldo de cultivo ideal para que prosperen los chorizos, los oportunistas y los analfabetos que se ven de diputados o concejales y no saben ni decir cuatro palabras seguidas sin leerlas en un papel. ¿Es que en este país no existen técnicos capacitados? ¿Es que no hay gente preparada para responsabilizarse de cargos públicos y gestionar las exigencias de la democracia? ¿O es que sí los hay pero no quieren participar, someterse, a las dictaduras ideológicas de los partidos? ¿Qué hace falta que ocurra para que nos demos cuenta que el modelo actual de democracia ha caducado y empieza a apestar? ¿Es que no se está capacitado para cambiar las bases, para reformar el modelo, para actualizarlo eliminando lo que es evidente que no funciona, o es que no interesa a los que tienen la sartén por el mango y perderían sus privilegios?. Y a estos les preguntamos... ¿Es qué no oyen el creciente ruido de la calle? ¿No escuchan las voces de los que están hartos, de los que están desesperados porque no ven presente ni futuro para sus hijos? ¿No se dan cuenta de que sus pedestales están empezando a resquebrajarse? ¿Tan ciegos y sordos están, absortos en su ficticio poder, que no ven que esta historia se acaba, que su “chupar” de la teta del Estado se acaba? Es evidente que algunos empiezan a estar preocupados. Afirmaciones como las que ya suenan... “hatajo de mastuerzos”, “movimientos totalitarios”, “grupos de guarros y de moros”, “las urnas nos han dado la legalidad”, etc. son clavos ardiendo a los que agarrarse cuando la sinrazón es evidente, cuando no se quieren dar respuestas claras a las pretensiones claras. Cuando hay miedo. También es sintomático el hecho de tratar de confundir a la opinión pública con la infiltración de grupos violentos entre los del 15-M para desacreditarlos y quitarles fuerza. Es un detalle muy propio de las dictaduras del siglo pasado. Pero la realidad no se confunde con eso, ni siquiera si el 15-M desapareciera. La realidad es que el pueblo está harto de los políticos y sus chanchullos, de los banqueros y su insaciable voracidad, de los jueces que miran para otro lado y malgastan sus energías y el dinero de todos persiguiendo a compañeros de profesión que son un ejemplo para todos. Y estamos hartos de ser esclavos de los mercados, de las entidades financieras, de las mentiras que nos intentan colar cada día para que seamos sumisos y traguemos con todo. Pero se mueven nuevos aires de cambio, esto no hizo más que empezar, y es evidente para todo aquel que sepa leer entre líneas y que sepa escuchar el fragor del pueblo universal, de los indignados del mundo entero, de los que ya dicen basta. Y no olvidemos que lo que las voces de la calle reclaman es que los derechos humanos se cumplan, se respeten, porque este planeta es de todos y para todos, y sus recursos son suficientes si una minoría no se apropia de la mayor parte. Una revolución está en marcha, pero parece ser que los políticos, que en este momento están repartiéndose la tarta, no se quieren dar por enterados. Pues peor para ellos, porque como rezaba una de las pancartas de los indignados…”Somos vuestros amos y vamos a hacer un Ere…”. Tiempo al tiempo. Δ |
