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La Venezuela de Maduro: violencia desbocada y hundimiento económico

 


David Martínez

miércoles, 05/03/14 - 10:46

    Un año después de la muerte de Chávez, la inflación se ha disparado y el crecimiento económico se ha estancado.
    2013 fue el año con más homicidios por violencia criminal en el país desde que el chavismo llegó al poder en 1999.

Las protestas de la oposición han marcado el primer año de Maduro en el poder.
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Un año después de la muerte de Hugo Chávez, se hace difícil encontrar un indicador económico del país que haya mejorado o dé muestras de no hundirse. Venezuela es hoy el país con la inflación más alta del mundo (56%) y el crecimiento económico, que ya se estancó en 2013 al ser de solo el 1%, podría acabar este año en negativo. Y ello pese al boom económico que vive el continente y que está haciendo despegar a la gran mayoría de potencias de alrededor.


La inflación causa estragos entre la población al mermar constantemente el poder adquisitivo y ya es 41 veces más alta que la media de los países industrializados. Entre los alimentos, el índice se dispara al 80%. En enero de este año, de nuevo la variación intermestral se disparó al 3,3%.

Además de la galopante inseguridad ciudadana y de la inestabilidad política que asuela el país con las revueltas opositoras y la represión del régimen, la cruda realidad de los termómetros económicos no hace más que empeorar. Así, los datos de la Cámara Venezolana Automotriz indican que el ensamblaje de vehículos se ha desplomado un 84% de enero de 2013 a enero de 2014 y aún es peor el escenario que dibuja el índice de escasez, que mide la falta de recursos básicos de la población. Hace un mes dicho indicador se situaba en el 28%, la cifra más alta desde que hay datos.

La Ley Orgánica de Precios Justos, aprobada en noviembre por el Gobierno de Maduro, limitó los márgenes de ganancia al 30% y ha llevado al empresariado a mermar las importaciones, con las consecuencias negativas que eso tiene en un país de producción propia tan baja como el venezolano.

El intervencionismo económico tuvo su reflejo también en la aprobación de la ley por la que se creó el Centro y la Corporación nacionales de comercio exterior. Con esa norma, dijo el sucesor de Chávez, el estado se encargaría de importar “todo lo que Venezuela necesite”. En esta situación, se espera que antes de que acabe el año se produzca una nueva devaluación del bolívar, en medio de un mercado de divisas ya fuertemente controlado por el Gobierno y que hace imposible cambiar la moneda fuera de las fronteras venezolanas.

El déficit fiscal, igualmente, alcanza ya el 15%, siendo el más alto del planeta. Estas cifras contrastan con la del precio del petróleo venezolano, que en los últimos años ha crecido un 363%. Una subida que no se ha dejado notar a pie de calle.

Sí ha disminuido, en cambio, el índice de pobreza. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se sitúa en el 23,9%, siendo el país de la región que más lo reduce. Pese a la mejora, sigue todavía lejos de países como Brasil (18,6%), Costa Rica (17,8%), Uruguay (5,9%) o Argentina (4,3%). También se mantiene estable, por debajo del 6%, la tasa de desempleo. Muy lejos del techo que tocó en el peor momento del chavismo, en 2002, cuando rozó el 20%.
Un año marcado por las revueltas y la polarización del país


Venezuela es hoy un país completamente dividido. Los opositores, que perdieron las elecciones convocadas tras la muerte de Chávez por apenas un 1,5% de diferencia, han considerado intolerable el devenir del país, con Maduro otorgándose poderes especiales y la economía empeorando en todos sus índices. Así, desde hace ya semanas se echaron a la calle, en unas revueltas iniciadas por estudiantes universitarios y que han desencadenado numerosos incidentes, represión del Gobierno y decenas de víctimas mortales. Es el gran lunar del mandato de Maduro.

2013 fue el año en el que más homicidios se registraron desde 1999, año en que el chavismo llegó al poder, alcanzándose los 24.763. Además, es altísimo el índice de impunidad, con apenas 9 detenidos por cada centenar de asesinatos. Los datos son del propio Observatorio Venezolano de Violencia y casi triplican lo registrado hace diez años (9.719). En total, desde que Hugo Chávez llegó al poder, en las calles del país han sido asesinadas más de 200.000 personas. Unas cifras incrementadas recientemente por la ola de protestas.

Dichas revueltas están provocadas, según la doctora en derecho internacional público e investigadora del Centro de Información y Documentación Internacionales en Barcelona (CIDOB), Anna Ayuso, por la “tensión” desatada tras el ajustado resultado electoral, la mala marcha de la economía y el retroceso democrático. Además, Ayuso considera que Maduro “se equivoca al reprimir las protestas, empeorando la situación, aunque últimamente esté tratando de rectificar y buscar el diálogo” con la oposición. “La situación es límite, con un Gobierno atrapado, con cortes de electricidad en las ciudades, con escasez de productos básicos y con otra devaluación de la moneda en camino”, se lamenta, antes de asegurar que no cree que la situación vaya a cambiar a corto plazo.

La polarización del país es, para la investigadora, muy mala para todos y la prioridad del Gobierno es ahora aguantar hasta las elecciones parlamentarias de 2015. También la parte de la oposición que no apoya la violencia en la calle tiene puestas sus esperanzas en esa cita, para tratar de lograr un buen resultado y provocar una “crisis de legitimidad” en el Ejecutivo de Maduro que le reste “apoyos internacionales” y prepare el caldo de cultivo para un vuelco político por vías estrictamente legales. El presidente venezolano, prosigue Ayuso, “no se ha consolidado, es un reto que tiene pendiente y cuanto más tiempo pase más posibilidades tendrá de lograrlo”.

Más crítico con las revueltas y cercano al Gobierno venezolano se muestra Javier Couso, hermano del cámara fallecido durante la invasión de Iraq en 2003, José Couso, e integrante de la lista de IU para las elecciones europeas. Couso cree los opositores “se lo han puesto casi imposible a Maduro” al “no acatar los resultados de unas elecciones reconocidas internacionalmente” y tratar de ganar “con algaradas en la calle” lo que no lograron en las urnas.



El activista reconoce los problemas económicos que hay en Venezuela pero reclama “protestas legítimas” en vez de las “campañas violentísimas, que suenan a golpe de estado y a guerras de cuarta generación” que están teniendo lugar. En este sentido, Couso denuncia que “ha habido hasta disparos de francotiradores, que se están investigando y que es algo terrible” y considera que en los próximos meses puede haber “un recrudecimiento” de los enfrentamientos, ya que “una parte de la oposición busca el conflicto civil y el golpe de estado” y no cejará en su empeño.

Recopilado por AGS
Marzo 2014

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