En Honor a mi viejo AMIGO y Gran Conferencista.
APRENDER A PERDONAR EN UNA SOCIEDAD ENDURECIDA
El perdón es un gran acto de amor. No se trata de pedirlo por una pequeñez: un pisotón, un golpe inesperado o una cosa trivial. Hablo de perdonar cuando se ha cometido una humillación, una herida en el corazón de otra persona, un desprecio, una injusticia flagrante, un maltrato físico o psicológico, sabiendo muy bien lo que se hacía.
Pienso ahora, mientras escribo estas líneas, en tantas situaciones terribles por las que pasa el ser humano: por ejemplo, los dramas de matrimonios rotos en donde la dureza, la tortura psicológica y el despecho sistemático hizo estragos y llevó las mejores ilusiones.
El inventario de sufrimientos que puede padecer una persona, llegan a formar un mosaico en donde se hospedan una serie conductas de sinsabores, tristezas y desencantos, unas veces de forma clara, otras, camufladas, que constituyen un mapa de dolor físico y psicológico.
El principal problema que se plantea aquí es quedarse instalado en el rencor y entonces, puede suceder que unos de los motores principales de esa vida sean la revancha y el odio. Son dos caras de una misma moneda. En la revancha rige esta fórmula: el que la hace la paga y hay que buscar el momento oportuno para devolver el golpe; hay desquite y actitud de venganza. Mientras que el odio es el deseo de destruir al otro o hacerle todo el daño posible, de palabra y de obra; hay aversión clara hacia esa persona, esperando que le sucede algún mal de importancia.
El perdón tiene dos notas: una inmediata y otra mediata, cercana y lejana. Te perdono, me perdonas. Y después, pasar la página, porque el perdón consiste en renunciar a la venganza y al odio. De este modo la persona no se endurece y de ahí brotará una nueva forma de entender la vida.
¿Qué quiere decir perdonar? Significa aceptar los hechos e intentar comprender esa conducta y tratar de que el tema se aleje del escenario mental cada vez más. Y ser a esa persona como digna de compasión. Sin un profundo sentido espiritual no es posible el verdadero perdón.
El acto de perdonar es de una sabiduría superior. No es algo que se pueda valorar a corto plazo, sino en las distancias largas. La venganza y el odio envenenan la vida. Una persona resentida queda atrapada en el pasado y le va a costar proyectarse de forma sana hacia el futuro. Guardar rencor no tiene sentido, yo sufriendo y pasándolo mal por el agravio recibido y mientras tanto, la otra persona tranquila y reposada haciendo su vida y ajena a lo que yo estoy pasando.
La capacidad para olvidar y perdonar es propia de las personas maduras y llenas de amor. Es más fácil hablar del amor que practicarlo.
El perdón es la forma más alta de amor gratuito. No hay otra más elevada. Es la gran salida. Merced al perdón se deshacen los nudos. Llegar a adquirir la cultura del perdón es estar cerca de una de las puertas de entrada del castillo de la felicidad.
Fernando Latouche
AUSENCIA DE VALORES
Crisis es en el momento actual la palabra de moda.
Está claro que la economía mundial está atravesando una crisis profunda que repercute en todos. Y no quiero dedicar estas líneas a realizar un nuevo análisis, sino referirme a que la mayor crisis no es la económica sino la ausencia de valores que se está dando en buena parte de nuestra sociedad, y muy especialmente en los más jóvenes.
Y me duele especialmente comenzar este artículo con un título triste, pero no puedo hacerlo de otra manera.
Estos últimos días he dedicado bastante tiempo a hablar con jóvenes de diversas cosas, de la vida. Y veo que los planteamientos de la televisión van cuajando.
En un artículo que escribí hace tres años hablaba de cómo el rol educativo pasaría a ser asumido por la televisión si los padres lo abandonan. Y todos comprobamos que, desgraciadamente, es así.
Al mirar sin juicios de valores el presente, siento nostalgia de aquellos tiempos, donde una palabra valía más que mil papeles firmados ante notario, donde un si era siempre si hasta la muerte y donde un no era no aunque en ello fuera nuestra vida o nuestros bienes, donde un amigo valía más que diez millones y la familia era familia, donde todos ayudaban a todos y antes era el otro que yo mismo; Ciertamente eran otros tiempos, otra cultura, otro modo de vivir con dignidad, y donde un mentiroso, un ladrón, un adultero, no tenían cabida en la sociedad y donde todos sabíamos que era el bien y donde estaba la injusticia.
La cohesión social hoy no existe. Los valores no son unánimes, sino que hay tantos ideales como personas. Los que unos creen importante, otros lo desechan por trivial. Somos una sociedad individualista, que vive en un mundo globalizado sin ningún sentido de comunidad. Lo que para un pequeño grupo de individuos puede ser un héroe, para toda la mayoría es o un payaso o un enemigo. Estamos divididos, quebrados por ideologías enfrentadas o incompatibles
En la sociedad actual hay mucho gurú, hay mucho ídolo, mucho predicador, hay mucho de todo, pero ningún héroe. Sí, héroes.
De esos capaces de cambiar, con sus acciones y hazañas desinteresadas, los acontecimientos de la historia. ¿Dónde están aquellos que dejaban su vida por una causa que creían justa? ¿Es casual que un mundo sin proyecto de futuro carezca de idealismos heroicos? ¿No necesitamos héroes o ya no nos importan?.
Pero yo hablo de otro tipo de héroes. Aquel ser mítico que puede cambiar la historia con una de sus hazañas, con su sacrificio. Hablo de un Gandhi, de un Martin Luther King, de un William Wallace, entre tantos otros que nos dejó el pasado. Gente, común y corriente, que dejó su marca en la historia y que cambió el mundo y nuestra concepción del mismo. Personas que inspiraron (e inspiran) con su valor y sus ideales al mundo entero.
Fernando Latouche
AUTOCRÍTICA.
Si somos capaces de reconocer los errores, los puntos débiles en nuestras vidas, más allá de hacernos débiles o de crear una mala imagen, nos fortalece mucho más como seres humanos.
Todos nos criticamos de vez en cuando. Cuando hemos cometido un error, cuando se nos cae un vaso, cuando deberíamos haber hecho y no hicimos algo. Rápidamente nos sale una voz que nos dice: “¡Idiota! Cómo no te has dado cuenta… Otra vez…”.
Evidentemente, esta voz interior crítica tiene una función: nos permite darnos cuenta de nuestros errores, aprender de ellos y “no volver a cometerlos nunca más”. Es parte de nuestro sistema de funcionamiento, que aprende a base de ensayo-error y de hacerse consciente de los errores. La persona que no tenga una mínima capacidad de autocrítica será una persona rígida, autoritaria y, a la larga, infeliz porque sentirá que “todo se pone en su contra”.
La crítica es, pues, necesaria y útil, pero una cosa es utilizar esta función natural de la que disponemos para aprender, y otra muy distinta es la llamada crítica patológica. Ambas se basan en lo mismo, la persona se critica para algo: para aprender, para no volver a hacer algo, para evitar siempre algo que, en última instancia, pretende ser beneficioso para uno mismo.
La autocrítica es como una voz interior que siempre va con la persona y no la abandona en ningún momento. Suele juzgar, culpar, hallar en casi todo lo que se haga un error imperdonable y también suele comparar a la persona con las demás, siempre en términos negativos.
El sentimiento que suele acompañar a este tipo de crítica es la culpa o la depresión
Qué pasaría si en cada uno de los días que transcurren, nos hiciéramos una autocritica, es decir nos juzgáramos con rigurosa justicia, es decir, hoy no pudiste llevar a cabo todas tus tareas, deberías de juzgarte y decir, porque no lograste tus objetivos, sin excusas ni pretextos, sinceramente analizar las causas que te impidieron llevar a cabo tal o tal tarea, si se te salió alguna ofensa a alguien igualmente analizar qué es lo que te llevó a hacerlo, y así con esos aspectos que de alguna forma requieren de un análisis y una corrección.
Debemos conocernos a nosotros mismos, autoevaluarnos, autocriticarnos y saber cuáles son nuestros defectos para poder hacerles frente y modificarlos. Con la ayuda del tiempo y la persistencia, podemos superarlo, para modelar nuestro interior y sentirnos mejores personas.
En esas cosas cotidianas de la vida hay aspectos que corregir, pero debemos de hacer un examen de conciencia a fondo, sin excusas, un juicio tal cual, anotando corrigiendo todas aquellas cosas que deben de ser corregidas, mediante estos juicios aplicados a nuestra persona, tal vez estemos un poco más preparados para ser felices.
Fernando Latouche
AYUDA LA AUTOAYUDA?
Se entiende la Autoayuda como la información que nos es suministrada para obtener herramientas que nos permitan lograr ser mejores personas o alcanzar ciertas metas.
Todos los seres humanos en determinado momento pedimos consejos a abuelos, padres, hermanos, maestros, amigos y otros. De igual manera, los autores de autoayuda no hacen otra cosa que darnos una información y/o herramientas que aplicadas por nosotros en nuestra vida nos puede llevar al logro de los objetivos.
Sin embargo quiero hacer una pequeña observación: la mayoría de las personas que leen libros, escuchan audio libros, asisten a Talleres o Charlas de Autoayuda, creen que van a obtener fórmulas mágicas, que con sólo haberlas oído le van a cambiar su vida. Pues, allí está el gran error; escuchan, sonríen, son felices por el tiempo que leen o escuchan la información y luego todo es olvidado, en especial la parte de aplicar a sus vidas las herramientas que han descubierto.
Entonces se critica al autor, conferencista o facilitador porque no les ayudó en nada cuando en realidad es que la persona muestra muy poco interés en hacer los cambios necesarios en su vida para lograr los objetivos.
También se da el caso de la persona que lee un buen libro de crecimiento personal o asiste a una charla sobre el tema, se emociona por unas horas y después desecha todo lo que aprende porque le da flojera, y en mucha oportunidades, miedo de aplicarlo a su vida.
El resultado es el de convertirse en una persona frustrada que critica a los conferencista o escritores que le proveen de una excelente información.
¿Es esto responsabilidad de los escritores o facilitadores de temas de autoayuda, o de los consumidores de estos materiales que se conforman con dos horas de felicidad y no desean ser felices por siempre?
La información y/o herramientas obtenidas deben ser aplicadas con disciplina para obtener resultados, en eso consiste la autoayuda nadie les va a ayudar, sólo se pueden ayudar ustedes mismos.
La palabra disciplina es bien interesante, deriva de la palabra discípulo, vale decir alumno, el alumno que sigue las instrucciones del maestro, y ese maestro puede muy bien ser un libro, una charla, un artículo en una revista, en fin, cuando usted quiere cambiar, cuando usted está listo para un cambio, aparecerá el Maestro de la forma menos imaginada por usted.
Esta frase que les escribo a continuación es de Veronique Vierne: La única diferencia entre una vida extraordinaria y una vida corriente, reside en encontrar un placer extraordinario en las cosas corrientes
Cierro el artículo con esta Ley Espiritual Tibetana: "En cualquier momento que comience es el momento correcto".
Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará.
Fernando Latouche
En Honor a mi Viejo amigo, Escritor y Conferencista. Gracias amigo, que descanses en Paz
Enviado por Fernando Latouche en vida para la Pagina de Angel Gomez Soto
Abril 2012
Editado por AGS
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